Ir en bici es de pobres: desmontando un prejuicio que todavía circula

¿Alguna vez has escuchado eso de que «ir en bici es de pobres«? Yo sí. Más de una vez.
Lo he leído en redes, lo he escuchado en conversaciones y hasta lo he visto en la mirada de algunas personas cuando me ven llegar en bici, como si fuese un «medio de transporte de segunda» para las que «no tienen para un coche».

Pues bien, vamos a desmontar ese prejuicio, porque ya está bien de medir el valor de las personas por el tamaño de su coche y no por el sentido común de cómo se mueven por la ciudad.

El clasismo sobre ruedas

Durante décadas, nos han vendido la moto (nunca mejor dicho) de que el coche es el símbolo definitivo del éxito.
El coche se convirtió en estatus social: si tienes uno grande, caro y que hace ruido, eres alguien.
Si te mueves en bici, en bus o caminando, es porque no «has llegado» todavía, porque «te falta algo».

Este mensaje, repetido hasta el cansancio en anuncios, películas y conversaciones de bar, ha calado hondo. Tanto, que todavía hoy muchas personas asocian ir en bici a no poder permitirse otra cosa.

Pero la realidad es otra muy distinta. Ir en bici no tiene nada que ver con no poder, sino con querer vivir mejor, más libre y sin hipotecar tu salud ni tu bolsillo al tráfico y la gasolina.

El coste oculto del «estatus» de cuatro ruedas

El coche tiene un precio mucho más alto del que nos quieren contar.

  • Dinero: Comprar un coche es solo el principio. Súmale combustible, seguros, impuestos, mantenimiento, aparcamiento, averías y multas. La cuenta no baja de varios miles de euros al año.
  • Tiempo: Atascos eternos, vueltas para encontrar dónde aparcar, esperas para repostar o en el taller… ¿De verdad esto es “comodidad”?
  • Salud: Horas sentado, estrés del tráfico, contaminación que respiramos (y que provocamos), ruido constante… pero oye, «es que es más cómodo que la bici», dicen.

Si nos ponemos a sumar, el coche no es un lujo, es una trampa cara en la que mucha gente entra para sostener una imagen de «éxito» que solo beneficia a la industria automovilística.

En ciudades punteras, la bici es de listas (y de ricos también)

En Ámsterdam, Copenhague o Berlín, ver a un CEO, una ministra o una persona con un salario alto pedaleando hacia su oficina es lo más normal del mundo. No se trata de estatus, se trata de practicidad.

La bici es rápida, no te deja atascada, no te vacía la cartera y encima te mantiene activa.

El problema no es la bici, el problema son las ciudades que siguen hechas para los coches, que obligan a jugarte la vida para llegar en bici a tu destino, que te empujan a pensar que sin coche eres «menos».

En realidad, la bici es de listas y de listos:

  • Ahorra dinero y tiempo.
  • Es buena para tu salud física y mental.
  • Es respetuosa con el planeta y con el espacio público.
  • Te da una libertad que un coche atascado jamás podrá darte.

¿Por qué sigue el estigma?

El mito de que ir en bici es de pobres viene de un sistema que ha glorificado el coche durante décadas y que todavía premia al conductor por encima del resto.

  • Se invierte más en carreteras que en transporte público o infraestructuras seguras para bicicletas.
  • Se asocia éxito con tener un coche caro, aunque te cueste media nómina mantenerlo.
  • Las ciudades están diseñadas para los coches, y todo lo demás parece «alternativo» o «provisional».

Encima, cuando las ciudades se llenan de coches, se nos vende que «la bici molesta», que «estorba», y que si quieres pedalear, te apartes al carril bici (aunque sea estrecho, esté roto o acabe en ninguna parte).
Así nos empujan a pensar que no tenemos derecho a la calzada, que el coche manda y que quien no lo usa es porque «no puede».

Reivindicando el derecho a movernos libres

Decidir ir en bici no debería ser un acto de valentía, ni un statement político, ni una prueba de que no puedes permitirte otra cosa.
Debería ser una opción tan válida y segura como cualquier otra forma de transporte.

Y, sin embargo, en muchas ciudades, ir en bici sigue siendo un acto de resistencia contra un modelo urbano diseñado para los coches y para un tipo de persona concreta: hombre, adulto, sano, con coche propio y un trayecto lineal casa-trabajo-casa.

El problema no es la bici, es que nos han robado el derecho a movernos sin depender de un vehículo privado y contaminante.
Y cuando elegimos pedalear, incomodamos porque cuestionamos ese modelo.

Conclusión: Ir en bici es de valientes (y de gente con sentido común)

Así que no, ir en bici no es de pobres, es de valientes.
De personas que se niegan a tragarse la mentira de que solo eres alguien si tienes un coche grande.
De personas que entienden que la movilidad debería ser libre, inclusiva, sostenible y segura para todas.

La bici es libertad, es salud, es ahorro y es futuro.
Lo que es pobre, muy pobre, es una mentalidad que sigue midiendo el valor de una persona por la chapa y ruedas que tiene en la puerta de casa.

Las ciudades del mañana no serán las que tengan más autopistas, sino las que permitan a cualquiera moverse sin miedo, sin humos y sin arruinarse en el camino.
Y eso pasa por normalizar que la bici es un derecho, no un privilegio ni un estigma.


Marta Torre

Soy desarrolladora web fullstack especializada en WordPress y desarrollo de aplicaciones. Defensora de un modelo de ciudad sostenible y más respetuoso, donde las bicicletas, el transporte público y los peatones tienen preferencia.

One thought on “Ir en bici es de pobres: desmontando un prejuicio que todavía circula

  1. Muy buena reflexión que define a la perfección la motonormatividad; «nos han robado el derecho a movernos sin depender de un vehículo privado y contaminante. Y cuando elegimos pedalear, incomodamos porque cuestionamos ese modelo.»

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